Historia

Las agrupaciones musicales en la UTE tuvieron un importante desarrollo, que en muchas ocasiones traspasó los límites de la universidad, transformándose en referentes de la música nacional. Una de las principales características que compartieron muchas agrupaciones musicales fue su origen, pues en su mayoría surgieron por iniciativa y organizaciones de los propios estudiantes, para luego ser institucionalizadas y transformarse en grupos oficiales del plantel.

Una de las áreas de mayor trayectoria fueron las agrupaciones corales, como el Coro UTE. Iniciado por estudiantes, gran parte de ellos de carreras pedagógicas del IPT, quienes en 1956 solicitaron al Consejo Universitario la creación del coro de la universidad. En noviembre de ese año, la solicitud fue acogida y el rector contactó, por sugerencia de los estudiantes, a Mario Baeza para que dirigiera la agrupación. Así, en 1957 el Coro UTE comenzó su actividad que lo llevó al reconocimiento nacional e internacional. Realizó numerosos conciertos de difusión a lo largo del país, en 1959 se presentó en el Primer Festival Nacional de Coros y en 1963 participó en el Tercer Festival Nacional y Primero de Coros de América, realizado en Antofagasta. En 1960, fue el único conjunto coral chileno invitado oficialmente por las autoridades a la celebración del sesquicentenario de la República Argentina, y en 1962 fue invitado a presentarse en la Universidad de San Marcos, en Perú. Asimismo, “en 1967, con el mismo éxito, realizó una gira de conciertos por diversas ciudades de México, Panamá y Colombia. En su última salida al exterior, realizada en año pasado [1970] el Coro de la UTE ofreció 76 conciertos en 40 ciudades de 13 países diferentes, en un incasable viajar de tres meses por toda América” (Unitécnica, n°9, 1971). Las giras internacionales cosecharon múltiples elogios y buenas críticas; en 1970, “El Washington Post los calificó como un “coro de cristalina melancolía y fina musicalidad”, y El Correo de Medellín, Colombia, dijo después de su actuación: “el equilibrio armónico del Coro es regalo al oído; la precisión del teclado con que el director mueve las notas, es admirable” (Unitécnica, n°9, 1971).

Gran parte de los logros y reconocimientos que tuvo el Coro UTE se debieron al profesionalismo y experiencia de su director, Mario Baeza, quien fue definido como “un celoso vigilante de la calidad de su conjunto” (Unitécnica, n°9, 1971). Baeza había sido fundador y director del Coro de Estudiantes de la Universidad de Chile durante diez años, director del Coro del Conservatorio Nacional de Música y fundador del Coro de Educación Física de la Universidad de Chile. En 1965 fue designado presidente de la Confederación de Coros de Chile, y en 1970 obtuvo el premio de la crítica por su profusa tarea en el ámbito coral.

En la Escuela de Minas de Copiapó, también por iniciativa de los estudiantes, surgió el coro universitario alrededor de 1965. Este coro, dirigido por el profesor Eduardo Martínez Morales, estuvo integrado por estudiantes de los grados de oficio y técnicos, profesores y funcionarios de la sede. En Santiago, se formaron el Coro de la Federación de Estudiantes de la UTE y el Coro de Química Industrial, el cual fue dirigido por Fernando Arévalo y Silvia Sandoval, quienes explicaron su surgimiento por la necesidad de difundir la música entre los jóvenes y proyectar su labor “hacia todos los niveles sociales, realizando actividades académicas y culturales, ofreciendo charlas corales en los distintos lugares en los que se presenta” (Alborada, mayo 1974). En otras sedes de la UTE también se replicaron las experiencias corales; existieron coros en las sedes de Antofagasta, coro dirigido por Álvaro Gómez, de La Serena, dirigido por Gustavo Morales, de Temuco a cargo de Sergio Acuña; también hubo coro en la sede de la UTE en Valdivia, dirigido por Hugo Muñoz y en Punta Arenas, a cargo de Alejandro Márquez.

Los diversos coros de la UTE a nivel nacional se reunieron en dos instancias denominadas Encuentros de Coros: la UTE una sola voz. La primera se realizó en La Serena en 1971, y al año siguiente en Punta Arenas, auspiciada por la Corporación de Magallanes, la Empresa Nacional de Petróleos, la Ilustre Municipalidad de Punta Arenas y la Confederación Nacional de Coros, y colaboraron la Fuerza Aérea, el Ejército y la Armada. En la revista universitaria Presencia UTE describieron el acto final del encuentro de esta manera:

“Siete conjuntos clausuraron en la ciudad de Punta Arenas el Segundo Encuentro Nacional de Coros de la UTE, ante la presencia de un millar de espectadores y autoridades que repletaron el patio cubierto de la sede universitaria. La voz de los jóvenes se elevó entre los ventisqueros magallánicos, atravesó el Estrecho, se escuchó en los campamentos petrolíferos de Tierra del Fuego y llegó hasta Puerto Williams, el más apartado rincón de nuestro país –en el sector del Canal Beagle– para entregar un mensaje de amistad y alegría, a través de una de las más bellas expresiones artísticas: el canto.

Campesinos, estudiantes, trabajadores y personal de las tres ramas de las Fuerzas Armadas recibieron con emocionados aplausos la expresión de confraternidad de los jóvenes cantantes de la UTE” (Presencia UTE, n° 2, 1972).

La música folclórica y popular también destacó por las agrupaciones que se formaron en la UTE. Hacia fines de 1965, Eduardo Carrasco, Julio Carrasco y Julio Nehumhauser, a los cuales se unió posteriormente Patricio Castillo, formaron Quilapayún, inspirados en la música del altiplano y en el contexto político-social de la época. Se presentaron en la peña universitaria y se unieron a él estudiantes de la UTE, como Willy Oddó. Este grupo, quien tuvo a Ángel Parra como arreglista de sus primeras canciones y a Víctor Jara como director artístico, ganó en 1966 el festival más importante de música folclórica en Chile, “Chile Ríe y Canta”, lo cual impulsó su difusión y popularidad, al participar de las giras organizadas por el festival a lo largo de todo el país. La consolidación artística de Quilapayún traspaso la universidad, y sus canciones se convirtieron en uno de los referentes de la música chilena a nivel internacional.

Lo mismo sucedió con otro grupo nacido en la UTE. En 1967 surgió Inti Illimani, conjunto conformado por estudiantes de la Escuela de Artes y Oficios, organizadores y participantes de la Peña de la UTE que funcionaba cada sábado durante 1966. En sus inicios fueron conocidos como El Trío EAO, por la instancia donde Oscar Guzmán, Horacio Durán y Pedro Yáñez participaron por petición de Aníbal Granados, director del BAFUTE, en el intermedio de una presentación del ballet folclórico.

“En el origen, Inti Illimani fue un grupo que nació en la Universidad Técnica del Estado estimulado por el proceso de reformas políticas y sociales de fines de los años 60 y comienzo de los 70 en Chile. El conjunto quería ser reflejo de las transformaciones y su música rápidamente evidenció un alejamiento respecto de las formas de música popular más comerciales. La búsqueda llevó a Inti Illimani a tocar mucho en vivo, dentro y fuera de Chile, antes de ingresar a un estudio de grabación” (www.musicapopular.cl).

Jorge Coulon, uno de sus fundadores, enfatizó en la voluntad e iniciativa de los propios estudiantes por llevar adelante la creación y presentación de conjuntos musicales.

“En esos espacios, hicimos las cosas con muy pocos recursos, pues no había ni siquiera un Departamento Artístico (…) Se hizo todo por necesidad, por la necesidad más absoluta. En cada año, en todos los actos artísticos que había, estábamos junto a Víctor Villalobos, que era otro de los estudiantes de electricidad, que tocaba el piano” (Coulon, p. 287).

La aplicación del nuevo Estatuto Orgánico de la UTE en 1971, que implicó la creación del Departamento de Extensión Artística, dependiente de la Secretaría Nacional de Extensión y Comunicaciones, fue fundamental para desarrollar e impulsar la consolidación de las agrupaciones musicales de la universidad. Desde su inicio, el Departamento de Extensión Artística, respondiendo a una política de acción cultural permanente de la UTE durante la reforma universitaria,

“ideó, planificó, coordinó e impulsó variadas manifestaciones artísticas y culturales en ciudades, pueblos y villorios; en plazas, poblaciones, cordones industriales y sindicatos; en centros mineros, en zonas rurales, en escuelas primarias, escuelas industriales, en liceos y campamentos de verano; en cárceles y hospitales; en teatros importantes y desconocidos, en locales grandes y pequeños y, por supuesto, en las dos facultades de Santiago, las ocho sedes regionales y los veinticuatro institutos tecnológicos de la Universidad Técnica del Estado” (Navarro, p. 184).

La ejecución del plan cultural de la UTE estuvo a cargo de la directora del Departamento de Extensión Artística, Cecilia Coll “profesional reconocida en el ámbito de la difusión cultural y artística”, quien “condujo con extraordinaria creatividad e inteligencia en el área a su cargo, desarrollando un estilo de trabajo con acento en la participación colectiva de los actores involucrados en esta experiencia cultural; por una parte, productores, directores, conjuntos y artistas UTE y por otra, las audiencias prioritarias definidas por la universidad reformada” (Navarro, p. 184).

La UTE convocó a importantes artistas nacionales, destacados por su labor cultural, pero también por su compromiso político y social con el gobierno de la Unidad Popular. Así, “más de una veintena de talentosos directores, conjuntos y artistas fueron contratados por la universidad como solistas y conjuntos estables del Departamento de Extensión Artística de la UTE” (Navarro, p. 187).

Músicos representantes de la Nueva Canción Chilena como Víctor Jara, Isabel Parra, Charo Cofré, los conjuntos Inti Illimani y Quilapayún, el conjunto folclórico Cuncumén, el Coro de la UTE, de la FEUT y el de Química Industrial, el músico, compositor y guitarrista clásico Eulogio Dávalos y la Camerata UTE, fueron parte de los artistas pertenecientes al Departamento de Extensión Artística UTE, “todos ellos cumplieron su labor no sólo a nivel de ensayos, presentaciones y giras, sino que compartieron sus creaciones, en talleres para trabajadores, pobladores y estudiantes, ideando variadas modalidades de participación” (Navarro, p. 187).

Entre 1972 y 1973 fueron estrenado Canto para una Semilla de Inti Illimani e Isabel Parra, en el edificio de la UNCTAD III, y La Fragua de Quilapayún y la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Chile, con la dirección de Sergio Ortega en el Teatro Municipal de Santiago. También se presentó La Población, cantata de Víctor Jara con la participación de Isabel Parra y el conjunto Huamary, obra dirigida por Luis Vera y estrenada en el Teatro Gran Palace, y la Embajada Artística Cubana con la Orquesta Aragón y la solista Ela Calvo, Los Papines, Carlos Puebla y Los Tradicionales, en el Teatro de la Escuela de Artes y Oficios.

El golpe de Estado de 1973 y la posterior intervención militar en la universidad, detuvieron la actividad de las agrupaciones de la UTE. Sin embargo, en la década de 1980 hubo un resurgimiento de las agrupaciones musicales universitarias. En 1978 fue creado el grupo de música antigua Syntagma Musicum, el cual fue incorporado a la universidad en 1980. Vigentes hasta la actualidad, el grupo interpreta repertorio preclásico europeo y americano, especialmente música antigua del repertorio barroco americano. El Coro Madrigalista fue fundado en 1980, con el propósito de dar a conocer y acercar a la comunidad universitaria la música coral desde el Renacimiento hasta la época contemporánea, pasando por la música barroca y colonial de América.